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martes, 22 de noviembre de 2011

primos


Porque me mencionaron hace un rato algo sobre los números primos, un sin sentido de que solamente eran divisibles entre sí mismos y entre...1?...0? Mmmmmm, no recuerdo, pero sé que eran clave para los algoritmos (oh, por Dios...algo de ritmo aquí?) que crean las identificaciones particulares y secretas para las cuentas. Además ahora sé que hay personas, genios indudablemente, que dedican gran parte de su vida a DESCUBRIR, o a CREAR numeros primos. Esto es demasiado deprimente para mis neuronas, números que son primos, y no out of blood issues, y que además se pueden crear...No existen ya todos los números que tenían que existir?? Hay números hermanos?, porque ciertamente hay números pares, y pares son así como panas, no?
En fin, hablando de primos tengo la suerte de tener muchos. No hemos sido particularmente unidos y eso me ha matado de los celos desde que estaba chiquita pero como se hace? no era culpa mía si no podíamos ir a visitarlos con la frecuencia debida.
Las vacaciones en mi infancia eran el simple hecho de no tener clases y la posibilidad de pasar algunas noches fuera de casa, viviendo una vida ajena que siempre parecía mejor, por aquello del pasto mas verde.
Con mis primas del lado paterno no pude compartir mucho de niña, porque eran varios años mayores que yo, sin embargo si puedo individualizarlas en una remembranza única y concreta.
Polldy era la artista del grupo por lo bello que tocaba el cuatro (obligadamente el Cumpleaños Feliz) y el arpa, instrumento éste extrañisimo y mas alto que yó, además, al igual que mi tía Margot preparaba un pie de ciruelas espectacular y me dió la receta de la rosca de Navidad que tanto encanta a Manuel Valentín.
Isa, sin saberlo, me introdujo a las rancheras, a Jorge Negrete, Pedro Infante, Javier Solís, al montón de peliculas entre dramáticas y cómicas y en blanco y negro y a un novel cantante español que insistía en escribir su nombre de manera muy extraña, Raphael.
María Eugenia, por su parte, tenía el cabello mas brillante que yo hubiese visto nunca, solo a la par de su Cocker adecuadamente llamado Azabache, se vestía a la última moda, siempre tenía una opinión y se aseguraba de que te enteraras de ella. También tengo unos primos que casi no conozco y que viven en México. Sus padres eran mis padrinos de bautizo y siempre me enviaban creyones de cera de regalo, no recuerdo haber hablado con ellos nunca. Una vez vinieron, llegaron a un hotel muy lujoso en Caracas y Rosario la menor, pidió una ensalada de frutas que tenía además de frutas frescas, ciruelas pasas y nueces y que a mi me pareció digna de Saint Tropez. Una era muy bella, la otra estudiaba medicina, el varón vivió en Caracas, con nosotros un tiempo preparándose para ser militar, hasta que hizo una competencia de "machos" comiendo ají picante con mi hermano y otros varones y terminó con una peritonitis que lo llevo de vuelta al D.F.
Mi elegante tía Negra me dió un primo un poco menor que yó, Yensy, super formal y serio, y compañero de Mónica y mío cuando nos escondíamos en el cuarto que daba al comedor en La Pastora a escuchar los horrorosos cuentos de "muertos" con los que invariablemente terminaban las cenas familiares.
Mónica es de mi edad y pasábamos bastante tiempo juntas, su belleza y delgadez me deslumbraban y me hacía sentir torpe. Con ella, y mi queridísima Tía Aura, descubrí lo rico del Cerelac comido directo de la lata,(además de su idoneidad para atrapar pajaritos), la leche en polvo con azúcar en una tacita y reírnos a propósito para disfrutar de la nube láctea, y la delicia de la crema de leche Avoset, exquisitez que nunca faltaba en esa casa. Con Francisco el menor, compartía un caballito de metal pintado que había en casa de su tía Enriqueta y que se mecía hacia adelante y hacia atrás por unos resortes.
Mi tía Teresa no tuvo hijos y los de mi tío Erasmo eran muy grandes. Sólo sabía que Eusebio tenía un buen empleo, y que Ocarina, además de tener un nombre de ensueño era Secretaria Ejecutiva y creo que hasta hablaba inglés.

Por el lado de mi mamá, hubo siempre mas contacto, no demasiado que empalagara, pero si mayor.
Mima vivía en la calurosa Valencia y tenía unos morochos menores que yo que eran los "maracos" de la familia. Pasé algunos días de vacaciones en su casa, básicamente pintando bizcochos de cerámica con mi tía y disfrutando de baños de agua fría donde descubrí el efecto vigorizante del Palmolive verde (en casa se compraba Camay rosado), tomaba avena caliente todas las mañanas y salíamos a pasear. También me llevaba a mi perrito Pomerania Dino y ahora es que me doy cuenta de lo consentidores que eran mis tios soportando un viaje de mas de dos horas con los largos pelos de Dino flotando en el carro.
Esto me lleva a casa de mi queridísima Tía Cecilia, quién me regaló ese cachorrito de su perrita Coqueta. Pasé bastantes días simplemente conversando con ella, en esa casa de la que recuerdo mañanas de café negro desayunando exquisiteces como pan Holsum tostado con mermelada de fresas, mediodías en la mesa del pantry con cervezas heladas mientras se preparaba el almuerzo, los susurros y el caminar de puntillas mientras mi tía dormía la siesta y la bandeja con una tacita de café negro recién colado y un vaso de agua fría, con la que se le despertaba exactamente a las 4 de la tarde.
De los 5 primos que me dió, Mercedes nos bañaba a Isa y a mí, chiquiticas, en la bañera y nos entalcaba con una mota y polvos que olían a rosas, nos escogía la ropa y desenredaba los húmedos cabellos.
Cony siempre estaba ordenando algo y cocinando delicias, el primer yogurt con pepino y marquesa de chocolate se lo probé a ella.
Con Julio aprendí a montar bicicleta y a escuchar a Cat Stevens y a Joan Manuel Serrat y jugábamos a naves espaciales en la casa de El Marqués donde tenían una pecera gigante.
Isa, de mi edad, me introdujo a la vida social pues tenía un millón de amigos como Roberto Carlos y mi Tía la llamaba "Ya voy, Ya vengo" a sus espaldas. Normalmente transcurría una hora desde que mis papás me habían dejado en su casa, cuando nos peleábamos y nos pellizcabamos durísimo, pero eso también pasaba rápido.
Con Daniel descubrí el Lego y las posibilidades de decoración que habían cuando tus padres te permitían pintar tu habitación con cuantos colores y rayas se te antojaran.
De mi divertidísima Tía Beatriz, tengo a la super creativa y hacendosa Irene, a quien le oí por primera vez la expresión de "10 es nota, lo demás es lujo".
Gladys, también de mi edad, decidió casarse con su novio beisbolista cuando teníamos como 12 años y no por foul, adoraba ir a su casa en El Valle pues salíamos a jugar en la calle y comprabamos chucherías solitas!.
Su hermano mayor, Carlos, fué un enigma, siempre muy serio y callado.
Con mi tía Neneta también disfruté de interminables tardes de conversaciones, cigarrillos y cafés.
Valentina, la mayor y de risa escandalosa, dibujaba divinamente (aún recuerdo los cuadros en blanco y negro de los ojos, y mirada, de cada uno de sus hermanos y de ella) y escribía aún mejor. A ella y a Malola les encantaban las canciones tradicionales del sur de América que ahora reconozco como chacareras, sambas argentinas, boleros,valses, etc. Preparamos aceites bronceadores con extracto de remolacha y zanahoria que hacían que nos persiguieran las moscas y tomaba sol con coca cola. Nos asoleamos strapless en la privacidad del río en Turiamo, y le encantaban los cócteles mortales de frutas y todos los licores que Manuel y yo pudimos encontrar en Playa Grande.
Los morochos, no parecen ni hermanos entre sí, el Negro y el Catire, y siempre estaban inventando algo, y la menor, Marisabel, fué el primer bebé siendo amamantado que ví en mi vida.
Ella tenía el carrete cuando con Manuel y yó pescamos un mero grandísimo al caer la tarde y también fuimos al cine sirviéndole de chaperones con Unai.
Ahora están sus hijos, que son primos segundos aunque algunos nos llamen tios, y además hijos de sus hijos, que nos hacen primos abuelos, o que se yó...
A todos, un abrazo fuerte, fuerte.

2 comentarios:

  1. Es Valentina, y nuevamente estoy intentando publicarte algo....a tu bellisima crónica familiar. Ojala pudieramos legarle a nuestros hijos la importancia de la familia extendida. Eso de tener muchos muchos familiares siempre me dio en mi infancia un bello sentido de pertenencia a una tribu exclusiva. mejor dicho a Dos... la Párraga y la Barrios... Amaba que mis dos abuelas me hablaran la historia de antepasados...y que me buscaran parecido a gente que no conocí. Gracias por tanto Lulita. Bella crónica de tus pares y primos, sigo teniendo la misma risa escanlosa cuando algo me hace feliz como tus escritos. venimos de un bello tronco familiar con esas hermanas barrios que nos enseñaron de unión y de afecto. Besos.

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  2. Gracias Valen por tus palabras y tu ejemplo en muchas cosas!

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