El entorno era soñado y casi irreal en esa fría pero luminosísima tarde de finales del mes de julio.
Las vides, dormant, descansan anticipando el inminente reverdecer y carga de más de 12 uvas diferentes.
Podría contar acá sobre todo lo que nos enseñó expertamente Marcela, quien tomó nuestro deseo de visitar el viñedo, solícitamente y sin presiones, y nos recibió con un beso a nuestra llegada. Eso lo haré, al menos lo que puedo recordar, pero ahora prefiero rememorar la magia que lo envuelve.
Paseamos tranquilamente, admirando lo que con años y años de trabajo, dedicación y buen gusto continúa creciendo en Juanicó, sintiendo la seriedad del emprendimiento, el inmenso orgullo por lo logrado, el respeto y admiración hacia los dueños, hacia los trabajadores, hacia los clientes.
Nos encontramos con una hembra de Tero Tero, que indiferente a nuestro paso cuidaba de sus 4 huevos, mientras el macho nos amenazaba con su grito y batir de alas.
Recorrimos el camino hacia la bodega, vimos la casa que construyó Don Francisco Juanicó, y que mantiene los pisos y las vigas de madera originales, nos asombramos ante el tocón de araucaria que un inesperado tornado derribó hace muchos años y cuya madera genialmente se transformó en las bases de las mesas de la inmensa y cálida sala de degustación.
Descendimos bajo tierra hasta llegar a una inmensa cava construída en 1830 por manos indígenas, y cuyo aroma al entrar nos golpea de manera indescriptible, madera, tabaco, vainilla, tierra, miel. Aromas éstos que al fundirse con vivencias de tantos años y de tanta gente, con tantas esperanzas, sueños, sudor, frío, ilusiones y desencantos, increíbles y satisfactorias sorpresas, arduo trabajo, cansancio, complicidades, risas y brindis improvisados, todos estos sentimientos agazapados entre los magníficos arcos de piedra, les confieren graciosamente a estas bebidas parte de su especial carácter.
En el piso que está arriba de esta magnífica cava hay un pequeño y encantador salón decorado con pinturas alusivas al vino, con un mostrador y sillas del Montevideo de antes, verdaderas joyas antique perfectas para este sitio donde el tiempo no pasa.
Al lado, y custodiadas por rejas imponentes y por telarañas ancestrales, se guardan botellas de cada cosecha, a la espera quizás, del momento merecedor de su disfrute.
Aprendimos sobre la poda, el raleo, el deshoje, la temperatura, la humedad, el pasto sembrado entre las filas, la necesidad en un momento de implementar riego artificial. Marcela nos contó también de los trabajadores que vienen, fielmente y año a año, al momento de la cosecha, de que solamente mujeres laboran en la bodega y hacen gala de su minucioso cuidado y atención. Nos llevaron al salón especial donde se encuentran descansando en grandísimos toneles de roble francés, lo que será Cru D´Exception de distintas uvas, y también el especialísimo Preludio, en el que el porcentaje de cada una de las 6 uvas que lo constituye varía con cada cosecha, asegurándose el enólogo el uso de lo mejor de lo mejor.
La familia Deicas tiene virtualmente las manos metidas en los barriles, y teñidas de vino, pues todos forman parte de las decisiones que se toman junto a los enólogos. Obviamente es la forma de mantener y hacer crecer este establecimiento, que además frecuentemente invita a festivales como el de la Poda, el del Cordero y Tannat, el del Vino y las Artes, y a visitar la boutique de vinos, de donde salimos con 3 botellas de Tannat Roble, para el asado de esa noche, y una de Selección del Enólogo que pensamos descorchar en nuestro próximo aniversario dentro de pocos días. También nos llevamos dos botellas de aceite de oliva, de Coratina y de Coratina-Arbequina, producto especial de la Bodega. Me faltó por comprar una botella que me intriga muchísimo, Cuvee Castelar Brut con un toque de licor de Tannat.
Gracias Marcela, por asomarnos a este universo de sentidos y carácter.
Establecimiento Juanico Bodega Deicas una parte muy especial de esta tierra que he caminado en los pasados 10 meses.
Buenos días Lourdes:
ResponderEliminarSinceramente una emoción indescriptible al leer tus inolvidables descripciones,de corazón me alegro que hayas podido disfrutar tu visita.
De mi parte un placer haberte recibido, siempre a tus órdenes.
Es una satisfacción saber que la visita al Establecimiento haya colmado tus expectativas.
Saludos cordiales,siempre a tus gratas órdenes,
Marcela Méndez
Guía Enológica
Establecimiento Juanicó S.A